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Educación Básica del Perro
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Educación Básica del Perro
1) El respeto:
La llegada del perro a la casa es un acontecimiento muy especial por lo que debemos tener en cuenta una serie de precauciones que impedirán que nos arrepintamos de cualquier despiste provocado por nuestra ignorancia.
El dueño debe ganarse el respeto del animal desde el momento que éste entra en su casa. El respeto debe ser mutuo, puesto que el dueño también debe considerar al perro sin abusar de su superioridad. Todo aquello que se le permita hacer al principio será más difícil de rectificar más adelante, ya que el perro lo habrá relacionado como correcto y cada vez acentuará más las malas costumbres. Por eso es aconsejable educarlos lo antes posible.
El perro debe tener respeto a su dueño, pero no debemos confundir el respeto con el miedo. Ese respeto lo puede perder con facilidad si pega a su perro, o si lo castiga o regaña sin que éste pueda averiguar el motivo. Por eso es mejor que los castigos “lleguen del cielo”. Podemos prohibir cien veces a nuestro perro que vaya al jardín del vecino a cazar gatos, es inútil, pero si durante una de esas excursiones se vuelca estrepitosamente un sillón del jardín el perro se asusta mucho y en el futuro evitará este terreno.
El perro es un animal de manada que vive jerarquizado. Así, la situación resultará problemática si ningún miembro de la familia muestra características de liderazgo y si faltan reglas para la convivencia. En tal caso el perro asume el papel directivo y considera al resto de la familia como subordinados. Puede llegar a morder. Así, desde el primer momento hay que imponer reglas de convivencia que le mostrarán su rango inferior pero para ello no debemos ser especialmente rigurosos ni recurrir a la violencia física. Debemos poner límites al perro con coherencia benevolente. No dejar que se las salte nunca. Mostrar determinación. Nunca ser condescendientes. Conociendo todo esto, es muy importante que a partir de ahora la palabra “pobrecito” desaparezca de nuestro vocabulario. Entender que nuestro perro no es capaz de comprender, ni de compartir los valores humanos será el punto de partida para una buena relación, tratarle como a un perro (lo que es) no es ni despectivo ni inmoral, es lo correcto y lo adecuado, tratarle como a un niño pequeño nos llevará a que el mismo perro sufra consecuencias de un manejo inapropiado e incorrecto, sufriendo problemas como el estrés, ansiedad, agresividad, miedos etc.
Nuestro perro a buen seguro será más feliz si sabe que le tratamos como a un perro, y más si conoce cuál es su puesto dentro de la jerarquía que compone su manada, sin tener que verse en la obligación de competir continuamente con nosotros para mantener ciertos privilegios que a buen seguro no le corresponden.
Para indicar al perro que somos de rango superior a él deberemos seguir unas pautas que no son otras que las costumbres y la forma de actuar que en la manada el perro líder sigue :
-El líder duerme donde quiere y no comparte su lecho. Es contraproducente por tanto dejar al perro dormir en nuestra cama o en sillas y sillones. Él debe entender esos lugares como nuestros y debe respetarlos. También es bueno de vez en cuando retirarle la cama. Que vea que nosotros manejamos su cama, que se la quitamos y se la devolvemos. Incluso, es bueno que, si podemos, nos sentemos en su cama.
-El líder come el primero y lo mejor. En consecuencia deberemos dar a nuestro perro de comer siempre el último. Cuando ya hayamos terminado nosotros y hayamos recogido la mesa es el momento en el que él come. Y especialmente es importante nunca darle de comer cuando el perro nos pide.
-El líder siempre gana en los juegos, si le apetece jugar, claro. Aunque alguna vez le dejemos ganar para que no pierda interés en jugar, serán muchas más las que nosotros ganaremos. Por eso es importante no jugar al juego de tirar si tenemos un perro grande y fuerte. El juego además empezará cuando queramos nosotros y no cuando él nos lo pida, y nosotros lo concluiremos, para ello estaremos pendientes de dejarlo antes de notar cansancio en él.
-El líder pasa primero siempre. Si observamos una manada de lobos o perros veremos que el líder va siempre el primero seguido del resto. Nosotros pasaremos por tanto siempre los primeros por las puertas, pasillos etc. Si queremos ir hacia algún sitio y el perro nos lo impide le indicaremos que se aparte o se levante si estuviese sentado o tumbado. Si no lo hiciese entonces le apartaremos nosotros suavemente.
-Al líder siempre se le responde a sus demandas de afecto. No siempre que el perro nos demande afecto debemos dárselo. Es bueno que muchas veces le ignoremos. No por ello va a sufrir. A cambio, cuando a nosotros nos apetezca, nos acercaremos a darle mimos. El perro al que no se le da afecto cuando lo pide es el perro más cariñoso con su dueño.
-El líder siempre demuestra que es líder.
¿De qué sirve que el perro se siente o se tumbe cuando se lo mandan? Podría parecer un abuso inútil, una limitación de su libertad. Pero no es así. Ante todo el perro que, desde joven, aprende a sentarse y tumbarse, adquiere la buena costumbre de acatar la voluntad de quien está por encima de él y a someterse en el plano social. Además con estas dos órdenes es muy fácil distraer al cachorro cuando está a punto de desobedecer o de cometer alguna travesura
El perro debe permitir sin problemas la práctica diaria del aseo (cepillado etc). Al ser superiores en rango tenemos el derecho a hacerlo y debemos además imponernos al realizar estas prácticas.
2) La llegada al nuevo hogar:
Es un momento fundamental. El perro seguramente haya llegado en coche, con lo que es muy probable que esté mareado. Además, es muy probable que se encuentre nervioso y sentirá miedo. Es normal, pues todo le resulta extraño. Debemos hablarle cariñosamente y de forma muy suave, dejando que se familiarice con su nuevo hogar; no debemos cansarle en exceso y dejemos que duerma todo lo que quiera. Si hay niños en la familia habrá que hablar con ellos y explicarles que deben tratar al perro con mucha suavidad, sin atosigarlos, sin marearlos. Hay que explicarlos que lo que ha llegado a casa es un ser vivo y no un juguete.
No pretendamos enseñarle las cosas elementales el primer día que llegue, castigándole o hablándole en voz muy fuerte; sería negativo para su futura educación, corriendo el riesgo de convertirlo en un perro miedoso y huidizo. Puede que haga sus necesidades en medio de una habitación. No hay que reñirle. Habrá un tiempo para enseñarle las normas de convivencia Será muy positivo que disfrute una vida feliz durante los primeros días si queremos tener un perro sin ningún problema de actitud; pensemos que esto dependerá exclusivamente de nosotros.
Procuremos hacer coincidir los primeros días de estancia de nuestro perro en su nuevo hogar con unas cortas vacaciones, pues es recomendable no dejarlo solo muchas horas. Tiene que ir acostumbrándose a un sinfín de cosas nuevas y debe hacerlo paulatinamente. Lo primero que hará cuando llegue será olfatearlo todo; no se lo impidamos. Seguidamente, si lo vemos cansado, lo llevaremos a su rincón y lo dejaremos solo, para que descanse todo lo que desee. Pero la primera noche, si llora al verse sólo no conviene dejarlo aislado. Ya le enseñaremos a estar sólo más adelante. Lo primero que le daremos será un recipiente con agua y algún juguete. Después le enseñaremos la habitación y le daremos de comer, preferiblemente lo mismo que le administraban anteriormente.
Pasados unos dos días, nuestro perro ya se habrá familiarizado con su nuevo hogar. Cuando observemos que nuestro perro ha dejado de tener miedo y ya está totalmente acostumbrado a nosotros, es el momento de llevarlo a conocer caras y ambientes nuevos.
3) Lugar para dormir:
Nuestro perro necesitará una manta o un cojín para dormir que colocaremos en un lugar especial para ellos, donde puedan retirarse cuando estén cansados y quieran dormir. Su rincón debe estar protegido de las corrientes de aire, sintiéndose seguro y sin la posibilidad de ser molestado. Cuando le castiguemos por algo, no debemos nunca llevarle a su rincón, pues entonces interpretaría que es un lugar de castigo y no se sentiría entonces protegido.
4) Elección de su nombre:
Lo ideal sería elegir el nombre de nuestro perro antes de que llegue a nuestro hogar y, una vez tomada la decisión, no cambiarlo nunca más, pues podría suceder que esto le desorientase enormemente. El nombre debe ser corto, fácil de memorizar y fonéticamente agradable: pensemos que vamos a tener que pronunciarlo muchas veces a lo largo del día. Debemos repetírselo constantemente. Pronto comprenderá que cuando pronunciamos su nombre nos estamos refiriendo a él. También debemos vigilar no llamarle relacionando su nombre con nada violento. Cuando debamos reñirle por algo que haya hecho mal, diremos un simple “No”, no incluiremos su nombre en la reprimenda. Así siempre relacionará su nombre con algo agradable.
5) Juguetes:
Para evitar en lo posible que nuestro perro nos destroce la casa mordiendo las sillas, arañando las paredes o royendo el sofá, es imprescindible que le compremos juguetes para que pueda masticar. En las tiendas especializadas hay infinidad de juguetes diseñados para ellos (huesos de cuero, pelotas de goma, mordedores etc). Un juguete puede ser cualquier cosa que no sea tóxica, no se astille ni haga daño, por ejemplo, un calcetín viejo rellenado con otros calcetines viejos. Los juguetes deben ser siempre suficientemente grandes para que el perro no pueda tragarlos y han de retirarse antes de que se rompan en trozos pequeños. Tenemos que evitar comprarle juguetes con silbatos o cascabeles, pues podrían desprenderse y nuestro perro se los podría tragar.
Si le damos un zapato viejo para que juegue, corremos el riesgo de que piense que todos los zapatos sirven para jugar. Debe tener sus propios juguetes y saber diferenciar entre los objetos prohibidos y los que le pertenecen.
Los palos y piñas no son aconsejables pues pueden hacerle daño en la boca y además son muchos los perros que terminan comiéndoselos. Simplemente no le preste atención a su perro cuando coja un palo y pronto aprenderá que es más divertido jugar con los juguetes que usted lleva.
Es bueno tener varios juguetes e ir retirándole unos y dándole otros para que no se aburra de ver siempre los mismos.
6) El juego:
El juego es algo imprescindible para cualquier perro, por lo que, de hacer caso omiso a sus constantes peticiones de entretenimiento, podemos provocarle futuras alteraciones en su comportamiento.
El juego con el cachorro, primero, y con el perro, más tarde, constituye un momento de alegría tanto para él como para sus compañeros. Acostumbrar a nuestro amigo a ser alegre da la posibilidad, en el momento oportuno, de hacerle adoptar actitudes abiertas y sociables tanto en la familia como fuera del ambiente habitual. El juego es además uno de los refuerzos más naturales en la comunicación amo-perro. Es algo que debe existir desde que el perro entra en casa. Ahora bien, jugar con el perro no significa que sea cuerpo a cuerpo, ni dejándole morder constantemente, ni provocándole para que muerda, ya que estaríamos estimulando su agresividad y es una mala costumbre difícil de controlar. Se debe jugar a través de un objeto: pelota, juguete de goma o cualquier otro enser que no le pueda dañar. La pelota o juguete empleado como recompensa sólo debe utilizarse cuando vayamos a trabajar con el animal. Al finalizar la sesión se debe guardar el objeto, y no dejar que juegue con él libremente, así el perro tendrá más ganas de jugar la próxima vez que lo vea.
Jugar regularmente con su perro desarrollará un fuerte lazo entre ambos. Ser amigo de su perro es esencial para adiestrarlo fácil y eficazmente. Si él desea agradar y usted se divierte con él, su perro se esforzará en hacer lo que le pide. Cuantos más juegos practique con su perro, mayores son las probabilidades de que él lo considere el “objeto” más interesante del mundo. Cuanto más desee él estar con usted y complacerlo, más fácil será controlarlo. Si su perro permanece cerca de usted durante los paseos esperando que le tire un juguete, no vagabundeará ni se meterá en apuros. Si desea perseguir el juguete que usted lleva, no buscará sus propios juegos persiguiendo gatos, corredores, ganado etc. Puesto que usted es tan interesante, su perro volverá repetidamente hacia usted cuando salga de paseo y no se marchará con otros perros del parque.
El juego es también para el perro un fundamental ejercicio físico y mental. La falta de ejercicio puede transformarlo en un perro descontento y aburrido, que dispone de más energía de la que emplea. Muy a menudo, este exceso de energía causa comportamientos indeseables cuando el perro encuentra una salida alternativa para ella. Varias sesiones de juego extenuante practicadas en distintos intervalos del día darán como resultado un perro bien equilibrado, contento y dispuesto a jugar la próxima vez que usted saque los juguetes.
Varias sesiones de juego cortas distribuidas a lo largo del día son preferibles a una sesión prolongada. Trate de jugar con su cachorro cuando su comportamiento sea correcto, es decir, no lo haga si desaprueba su conducta. De esta manera recompensará el buen comportamiento y será más probable que lo repita. Si sólo saca los juguetes cuando su perro se ha convertido en un estorbo, su comportamiento general empeorará.
Una vez que su perro haya aprendido a divertirse con los juguetes, puede usarlos como premio por un ejercicio de adiestramiento.
Sea imaginativo y pruebe juegos nuevos siempre que usted y su perro se aburran con los viejos.
A través del juego puede enseñarle a su perro órdenes como:”Quieto”, “Suelta”, “Ven”, “Sienta”, “Tumba”etc. Si el perro no obedece cualquiera de estas órdenes, bastará con dejar de jugar, para que la próxima vez el perro se esfuerce en obedecer.
Como superiores de rango nos corresponderá iniciar y concluir el juego. Si es brusco jugando o muerde con fuerza se interrumpirán los juegos. Así aprende a inhibir sus impulsos de morder en otros momentos y a considerar siempre como superiores a todas las personas.
La llegada del perro a la casa es un acontecimiento muy especial por lo que debemos tener en cuenta una serie de precauciones que impedirán que nos arrepintamos de cualquier despiste provocado por nuestra ignorancia.
El dueño debe ganarse el respeto del animal desde el momento que éste entra en su casa. El respeto debe ser mutuo, puesto que el dueño también debe considerar al perro sin abusar de su superioridad. Todo aquello que se le permita hacer al principio será más difícil de rectificar más adelante, ya que el perro lo habrá relacionado como correcto y cada vez acentuará más las malas costumbres. Por eso es aconsejable educarlos lo antes posible.
El perro debe tener respeto a su dueño, pero no debemos confundir el respeto con el miedo. Ese respeto lo puede perder con facilidad si pega a su perro, o si lo castiga o regaña sin que éste pueda averiguar el motivo. Por eso es mejor que los castigos “lleguen del cielo”. Podemos prohibir cien veces a nuestro perro que vaya al jardín del vecino a cazar gatos, es inútil, pero si durante una de esas excursiones se vuelca estrepitosamente un sillón del jardín el perro se asusta mucho y en el futuro evitará este terreno.
El perro es un animal de manada que vive jerarquizado. Así, la situación resultará problemática si ningún miembro de la familia muestra características de liderazgo y si faltan reglas para la convivencia. En tal caso el perro asume el papel directivo y considera al resto de la familia como subordinados. Puede llegar a morder. Así, desde el primer momento hay que imponer reglas de convivencia que le mostrarán su rango inferior pero para ello no debemos ser especialmente rigurosos ni recurrir a la violencia física. Debemos poner límites al perro con coherencia benevolente. No dejar que se las salte nunca. Mostrar determinación. Nunca ser condescendientes. Conociendo todo esto, es muy importante que a partir de ahora la palabra “pobrecito” desaparezca de nuestro vocabulario. Entender que nuestro perro no es capaz de comprender, ni de compartir los valores humanos será el punto de partida para una buena relación, tratarle como a un perro (lo que es) no es ni despectivo ni inmoral, es lo correcto y lo adecuado, tratarle como a un niño pequeño nos llevará a que el mismo perro sufra consecuencias de un manejo inapropiado e incorrecto, sufriendo problemas como el estrés, ansiedad, agresividad, miedos etc.
Nuestro perro a buen seguro será más feliz si sabe que le tratamos como a un perro, y más si conoce cuál es su puesto dentro de la jerarquía que compone su manada, sin tener que verse en la obligación de competir continuamente con nosotros para mantener ciertos privilegios que a buen seguro no le corresponden.
Para indicar al perro que somos de rango superior a él deberemos seguir unas pautas que no son otras que las costumbres y la forma de actuar que en la manada el perro líder sigue :
-El líder duerme donde quiere y no comparte su lecho. Es contraproducente por tanto dejar al perro dormir en nuestra cama o en sillas y sillones. Él debe entender esos lugares como nuestros y debe respetarlos. También es bueno de vez en cuando retirarle la cama. Que vea que nosotros manejamos su cama, que se la quitamos y se la devolvemos. Incluso, es bueno que, si podemos, nos sentemos en su cama.
-El líder come el primero y lo mejor. En consecuencia deberemos dar a nuestro perro de comer siempre el último. Cuando ya hayamos terminado nosotros y hayamos recogido la mesa es el momento en el que él come. Y especialmente es importante nunca darle de comer cuando el perro nos pide.
-El líder siempre gana en los juegos, si le apetece jugar, claro. Aunque alguna vez le dejemos ganar para que no pierda interés en jugar, serán muchas más las que nosotros ganaremos. Por eso es importante no jugar al juego de tirar si tenemos un perro grande y fuerte. El juego además empezará cuando queramos nosotros y no cuando él nos lo pida, y nosotros lo concluiremos, para ello estaremos pendientes de dejarlo antes de notar cansancio en él.
-El líder pasa primero siempre. Si observamos una manada de lobos o perros veremos que el líder va siempre el primero seguido del resto. Nosotros pasaremos por tanto siempre los primeros por las puertas, pasillos etc. Si queremos ir hacia algún sitio y el perro nos lo impide le indicaremos que se aparte o se levante si estuviese sentado o tumbado. Si no lo hiciese entonces le apartaremos nosotros suavemente.
-Al líder siempre se le responde a sus demandas de afecto. No siempre que el perro nos demande afecto debemos dárselo. Es bueno que muchas veces le ignoremos. No por ello va a sufrir. A cambio, cuando a nosotros nos apetezca, nos acercaremos a darle mimos. El perro al que no se le da afecto cuando lo pide es el perro más cariñoso con su dueño.
-El líder siempre demuestra que es líder.
¿De qué sirve que el perro se siente o se tumbe cuando se lo mandan? Podría parecer un abuso inútil, una limitación de su libertad. Pero no es así. Ante todo el perro que, desde joven, aprende a sentarse y tumbarse, adquiere la buena costumbre de acatar la voluntad de quien está por encima de él y a someterse en el plano social. Además con estas dos órdenes es muy fácil distraer al cachorro cuando está a punto de desobedecer o de cometer alguna travesura
El perro debe permitir sin problemas la práctica diaria del aseo (cepillado etc). Al ser superiores en rango tenemos el derecho a hacerlo y debemos además imponernos al realizar estas prácticas.
2) La llegada al nuevo hogar:
Es un momento fundamental. El perro seguramente haya llegado en coche, con lo que es muy probable que esté mareado. Además, es muy probable que se encuentre nervioso y sentirá miedo. Es normal, pues todo le resulta extraño. Debemos hablarle cariñosamente y de forma muy suave, dejando que se familiarice con su nuevo hogar; no debemos cansarle en exceso y dejemos que duerma todo lo que quiera. Si hay niños en la familia habrá que hablar con ellos y explicarles que deben tratar al perro con mucha suavidad, sin atosigarlos, sin marearlos. Hay que explicarlos que lo que ha llegado a casa es un ser vivo y no un juguete.
No pretendamos enseñarle las cosas elementales el primer día que llegue, castigándole o hablándole en voz muy fuerte; sería negativo para su futura educación, corriendo el riesgo de convertirlo en un perro miedoso y huidizo. Puede que haga sus necesidades en medio de una habitación. No hay que reñirle. Habrá un tiempo para enseñarle las normas de convivencia Será muy positivo que disfrute una vida feliz durante los primeros días si queremos tener un perro sin ningún problema de actitud; pensemos que esto dependerá exclusivamente de nosotros.
Procuremos hacer coincidir los primeros días de estancia de nuestro perro en su nuevo hogar con unas cortas vacaciones, pues es recomendable no dejarlo solo muchas horas. Tiene que ir acostumbrándose a un sinfín de cosas nuevas y debe hacerlo paulatinamente. Lo primero que hará cuando llegue será olfatearlo todo; no se lo impidamos. Seguidamente, si lo vemos cansado, lo llevaremos a su rincón y lo dejaremos solo, para que descanse todo lo que desee. Pero la primera noche, si llora al verse sólo no conviene dejarlo aislado. Ya le enseñaremos a estar sólo más adelante. Lo primero que le daremos será un recipiente con agua y algún juguete. Después le enseñaremos la habitación y le daremos de comer, preferiblemente lo mismo que le administraban anteriormente.
Pasados unos dos días, nuestro perro ya se habrá familiarizado con su nuevo hogar. Cuando observemos que nuestro perro ha dejado de tener miedo y ya está totalmente acostumbrado a nosotros, es el momento de llevarlo a conocer caras y ambientes nuevos.
3) Lugar para dormir:
Nuestro perro necesitará una manta o un cojín para dormir que colocaremos en un lugar especial para ellos, donde puedan retirarse cuando estén cansados y quieran dormir. Su rincón debe estar protegido de las corrientes de aire, sintiéndose seguro y sin la posibilidad de ser molestado. Cuando le castiguemos por algo, no debemos nunca llevarle a su rincón, pues entonces interpretaría que es un lugar de castigo y no se sentiría entonces protegido.
4) Elección de su nombre:
Lo ideal sería elegir el nombre de nuestro perro antes de que llegue a nuestro hogar y, una vez tomada la decisión, no cambiarlo nunca más, pues podría suceder que esto le desorientase enormemente. El nombre debe ser corto, fácil de memorizar y fonéticamente agradable: pensemos que vamos a tener que pronunciarlo muchas veces a lo largo del día. Debemos repetírselo constantemente. Pronto comprenderá que cuando pronunciamos su nombre nos estamos refiriendo a él. También debemos vigilar no llamarle relacionando su nombre con nada violento. Cuando debamos reñirle por algo que haya hecho mal, diremos un simple “No”, no incluiremos su nombre en la reprimenda. Así siempre relacionará su nombre con algo agradable.
5) Juguetes:
Para evitar en lo posible que nuestro perro nos destroce la casa mordiendo las sillas, arañando las paredes o royendo el sofá, es imprescindible que le compremos juguetes para que pueda masticar. En las tiendas especializadas hay infinidad de juguetes diseñados para ellos (huesos de cuero, pelotas de goma, mordedores etc). Un juguete puede ser cualquier cosa que no sea tóxica, no se astille ni haga daño, por ejemplo, un calcetín viejo rellenado con otros calcetines viejos. Los juguetes deben ser siempre suficientemente grandes para que el perro no pueda tragarlos y han de retirarse antes de que se rompan en trozos pequeños. Tenemos que evitar comprarle juguetes con silbatos o cascabeles, pues podrían desprenderse y nuestro perro se los podría tragar.
Si le damos un zapato viejo para que juegue, corremos el riesgo de que piense que todos los zapatos sirven para jugar. Debe tener sus propios juguetes y saber diferenciar entre los objetos prohibidos y los que le pertenecen.
Los palos y piñas no son aconsejables pues pueden hacerle daño en la boca y además son muchos los perros que terminan comiéndoselos. Simplemente no le preste atención a su perro cuando coja un palo y pronto aprenderá que es más divertido jugar con los juguetes que usted lleva.
Es bueno tener varios juguetes e ir retirándole unos y dándole otros para que no se aburra de ver siempre los mismos.
6) El juego:
El juego es algo imprescindible para cualquier perro, por lo que, de hacer caso omiso a sus constantes peticiones de entretenimiento, podemos provocarle futuras alteraciones en su comportamiento.
El juego con el cachorro, primero, y con el perro, más tarde, constituye un momento de alegría tanto para él como para sus compañeros. Acostumbrar a nuestro amigo a ser alegre da la posibilidad, en el momento oportuno, de hacerle adoptar actitudes abiertas y sociables tanto en la familia como fuera del ambiente habitual. El juego es además uno de los refuerzos más naturales en la comunicación amo-perro. Es algo que debe existir desde que el perro entra en casa. Ahora bien, jugar con el perro no significa que sea cuerpo a cuerpo, ni dejándole morder constantemente, ni provocándole para que muerda, ya que estaríamos estimulando su agresividad y es una mala costumbre difícil de controlar. Se debe jugar a través de un objeto: pelota, juguete de goma o cualquier otro enser que no le pueda dañar. La pelota o juguete empleado como recompensa sólo debe utilizarse cuando vayamos a trabajar con el animal. Al finalizar la sesión se debe guardar el objeto, y no dejar que juegue con él libremente, así el perro tendrá más ganas de jugar la próxima vez que lo vea.
Jugar regularmente con su perro desarrollará un fuerte lazo entre ambos. Ser amigo de su perro es esencial para adiestrarlo fácil y eficazmente. Si él desea agradar y usted se divierte con él, su perro se esforzará en hacer lo que le pide. Cuantos más juegos practique con su perro, mayores son las probabilidades de que él lo considere el “objeto” más interesante del mundo. Cuanto más desee él estar con usted y complacerlo, más fácil será controlarlo. Si su perro permanece cerca de usted durante los paseos esperando que le tire un juguete, no vagabundeará ni se meterá en apuros. Si desea perseguir el juguete que usted lleva, no buscará sus propios juegos persiguiendo gatos, corredores, ganado etc. Puesto que usted es tan interesante, su perro volverá repetidamente hacia usted cuando salga de paseo y no se marchará con otros perros del parque.
El juego es también para el perro un fundamental ejercicio físico y mental. La falta de ejercicio puede transformarlo en un perro descontento y aburrido, que dispone de más energía de la que emplea. Muy a menudo, este exceso de energía causa comportamientos indeseables cuando el perro encuentra una salida alternativa para ella. Varias sesiones de juego extenuante practicadas en distintos intervalos del día darán como resultado un perro bien equilibrado, contento y dispuesto a jugar la próxima vez que usted saque los juguetes.
Varias sesiones de juego cortas distribuidas a lo largo del día son preferibles a una sesión prolongada. Trate de jugar con su cachorro cuando su comportamiento sea correcto, es decir, no lo haga si desaprueba su conducta. De esta manera recompensará el buen comportamiento y será más probable que lo repita. Si sólo saca los juguetes cuando su perro se ha convertido en un estorbo, su comportamiento general empeorará.
Una vez que su perro haya aprendido a divertirse con los juguetes, puede usarlos como premio por un ejercicio de adiestramiento.
Sea imaginativo y pruebe juegos nuevos siempre que usted y su perro se aburran con los viejos.
A través del juego puede enseñarle a su perro órdenes como:”Quieto”, “Suelta”, “Ven”, “Sienta”, “Tumba”etc. Si el perro no obedece cualquiera de estas órdenes, bastará con dejar de jugar, para que la próxima vez el perro se esfuerce en obedecer.
Como superiores de rango nos corresponderá iniciar y concluir el juego. Si es brusco jugando o muerde con fuerza se interrumpirán los juegos. Así aprende a inhibir sus impulsos de morder en otros momentos y a considerar siempre como superiores a todas las personas.
Re: Educación Básica del Perro
7) Premios y castigos:
Los premios son fundamentales para ir educando de forma positiva a nuestro animal. Premiaremos a nuestro perro cuando haya aprendido algún ejercicio o realice algo que nosotros pretendíamos; así él verá recompensados sus esfuerzos.
El premio puede consistir en un juguete o un alimento. Ahora bien, el objetivo es que nuestro perro sea premiado simplemente con un “Muy bien”. Así, si bien empezaremos utilizando un alimento o un juguete, siempre a la vez que se le ofrece el premio se dirá: “Muy bien”, de forma muy efusiva. Poco a poco iremos retirando el premio para dejar sólo el “Muy bien”. Aunque conviene de vez en cuando dar algún premio para reforzar lo ya aprendido.
En las tiendas especializadas existen muchos productos alimenticios que pueden ser utilizados como premios. Conviene ir cambiando de premio para seguir manteniendo su interés.
Si existe algún comportamiento que nos preocupe mucho deberemos corregirlo utilizando un alimento que guste especialmente a nuestro perro. Las salchichas por ejemplo les gustan mucho. Por supuesto, no debemos abusar de ellas, pues no son muy recomendables para los perros.
Siempre utilizaremos el premio de forma moderada, pensando en las calorías extras que le estamos suministrando, y no cayendo en el error de que el perro termine alimentándose de los premios en lugar de su pienso.
Tanto los premios, como los castigos, deben darse en el momento. Si esperáramos unos minutos perderían su efecto.
Es muy importante que todos los miembros de la familia actúen de la misma manera cuando se han dictado las normas respecto a su educación. Respecto a los castigos y felicitaciones, suele suceder que cuando un miembro de la familia ha reñido al perro por un comportamiento indeseado, otro lo disculpe y proteja seguidamente. Esto, además de confundir al animal, ya que se le castiga y se le premia a la vez, es un tema de discusiones familiares.
Si el perro no aprende las cosas con rapidez, no hay que ponerse nervioso ni dejarse llevar por la ira. Con un comportamiento así se corre el riesgo de que el perro rechace las lecciones y olvide lo que ha aprendido.
Cuando el perro trasgrede una regla ya aprendida, hay que regañarle con un “No” seco, que no deje lugar a dudas. El “No” es un arma formidable para bloquear sus ganas de trasgresión si se pronuncia en el momento mismo en que infringe una regla. Si se dijese después no tendría ninguna eficacia. Tras haberlo amonestado de esta manera, habrá que reanudar el diálogo, riendo y bromeando. El perro, viendo que su maestro está alegre y contento, seguirá dispuesto a obedecerle.
Hay que evitar los castigos físicos: son crueles porque representan la prepotencia del hombre y además tienen un efecto negativo, alejando al perro de sus compañeros.
Es absolutamente inútil encerrar al perro en una habitación o atarlo a una cadena, puesto que no comprendería la razón y sufriría mucho con el aislamiento, que, en cualquier caso, tiene efectos negativos para la sociabilidad del perro.
A menudo se castiga o riñe al perro con un periódico enrollado dándole en el hocico. Esto no se debe hacer nunca, pues es contraproducente: el perro desconfiará de nosotros y huirá. Cuando lo riñamos debemos utilizar un tono de voz seco, el ruido de algún objeto, o lanzarle un objeto que sea inofensivo sin que se dé cuenta. Los castigos más efectivos son los que le llegan como caídos del cielo, los que para él son ajenos a su dueño.
Una buena forma de regañar al perro es a la vez que pronunciamos un severo “No” es darle una pequeña sacudida en el pescuezo pues es le recuerda a la forma en la que la madre le regañaba. Otra forma, pero que hay que reservar para infracciones graves es tumbar al perro de espaldas.
Los perros aprenden fundamentalmente por el éxito o el fracaso. Pero no por el empleo de violencia física o mediante el desencadenante de sensaciones desagradables. Tales métodos no fomentan su confianza hacia las personas, al contrario, llega un momento en que los perros obligados constantemente por la fuerza a realizar determinadas actividades no soportan ya la presión psíquica. Esto se manifiesta en la negación a realizarlas y en problemas de comportamiento.
No hay que dar rienda suelta al enfado pues ningún perro molesta a su dueño intencionadamente. Cuando adopte un comportamiento indeseado, habrá que pensar en los motivos de su actuación.
No querer enseñárselo todo de golpe. A pequeños pasos. No dar el paso siguiente hasta que haya dominado el anterior.
Actuar con calma. Que el perro no vea nunca que perdemos la paciencia
Siempre actuar de forma consecuente y uniforme
En general habría que hablar al perro con una voz normal y gritarle sólo en situaciones muy excepcionales y peligrosas. De lo contrario, el efecto pierde eficacia rápidamente y el perro deja de reaccionar al grito de amenaza.
Enseñarle a ser limpio:
Los perros adultos no suelen dar problemas a la hora de hacer sus necesidades, pero por si se nos diera el caso deberemos proceder igual que haríamos con un cachorro:
Nunca debemos pegarle ni restregar su hocico por los excrementos, y sólo le podremos regañar cuando le cojamos in fraganti . De lo contrario, el perro no relacionaría nuestro enfado con el hecho de haberse ensuciado y nada más vernos se escondería, pensando que vamos a regañarle sin saber el motivo. Por ejemplo, si el dueño llega cansado a su casa después del trabajo y lo primero que ve al llegar es un excremento en el pasillo, la reacción más habitual es que se enfade de tal manera que cuando el perro venga feliz a recibirle le castigue o incluso que le pegue. El perro en este caso, lejos de saber que su amo lo ha castigado por hacerse las necesidades, relaciona que cuando recibe a su dueño, éste le pega. Al día siguiente, antes de la llegada del dueño, el animal empieza a ponerse nervioso, y en esta ansiedad es cuando hace sus necesidades o destrozos. Cuando llega el dueño efectivamente lo vuelve a castigar, creando un círculo vicioso de difícil solución. En cambio, si se le castiga en el mismo instante en que está haciendo sus necesidades, pensará que debe buscarse otro sitio, porque relacionará el castigo, no con la trasgresión, sino con el lugar que ha utilizado.
Aprovecharemos un fin de semana o unos días de vacaciones para empezar a enseñarle a hacer sus necesidades fuera, pues necesitaremos bastante tiempo y no podemos ir con prisas.
Quizá, al principio, tengamos que pasarnos horas en la calle hasta lograr que lo haga fuera por primera vez, pero con un poco de paciencia lo acabaremos consiguiendo. Cuando nuestro perro haya hecho sus necesidades en la calle, felicitémosle y premiémosle, así relacionará el hacerlo fuera con algo halagador.
Cuando está aprendiendo a ser limpio, lo primero que debemos hacer cada nuevo día es sacarlo a la calle al levantarnos, y lo último volver a bajarlo antes de acostarnos, dando así por terminado el ciclo cotidiano. Si observamos que empieza a dar vueltas o se dirige a la puerta con ansiedad, bajémosle a pasear pues seguramente nos está avisando de que tiene la necesidad de salir
Nunca se debe castigar al perro metiéndole la nariz en sus propios excrementos pues lo único que conseguiríamos es que pensase que queremos que se las coma o que se revuelque en ellos.
Conviene limpiar los excrementos cuando no esté presente y eliminar los olores; si no, el perro tenderá a hacer sus necesidades allí donde huela el rastro
9) Enseñarle a caminar adecuadamente:
Cuando nuestro perro esté familiarizado con su nueva familia y su nuevo entorno es el momento de enseñarle a caminar adecuadamente, sin tirones y siguiendo nuestro paso. El sitio elegido deberá ser tranquilo. Para tener más control sobre nuestro perro, debería ir siempre a nuestra izquierda y nosotros tomaremos la cadena con la mano derecha y sujetándola con la otra. Cuando nuestro perro se pare o se adelante más de lo que queramos consentir, entonces nos detendremos dándole un suave tirón. Si por el contrario lo hiciéramos bruscamente, sólo conseguiríamos que tirara aún más fuerte. Seguidamente volveremos a andar con el perro a nuestro lado y repetiremos la misma operación las veces que sea necesario, hasta que al fin aprenda el ejercicio. Es aconsejable ordenarle que se siente cuando estemos parados, porque al cabo del tiempo lo hará automáticamente, formando parte de su educación. Cuando logremos que camine correctamente, deberemos felicitarle y acariciarle con gran entusiasmo.
Otra técnica consiste en ir diciéndole “Junto” y dándole premios, junto con suaves tirones cuando no obedezca. Poco a poco iremos reduciéndole los premios.
Los tirones deben ser siempre cortos, es decir, no deben ser una presión continuada pues sino el perro se acostumbraría a sentir esa tensión en el cuello e incluso le incitaría a tirar más. Deben ser cortos, pero repetidos si con el primero no hace caso.
10) La orden “sienta”:
Con la cadena y el collar puestos, le daremos a nuestro perro la orden “sienta” con voz firme. Al principio no entenderá, y deberemos empujarle la parte trasera del cuerpo con la mano izquierda, mientras con la derecha mantendremos la correa levantada para evitar que se eche. Cuando se siente le felicitaremos y le premiaremos. Repetiremos el mismo ejercicio varias veces, siempre utilizando el mismo tono de voz y la misma orden, hasta que nuestro perro lo realice automáticamente con sólo oír la palabra clave. Cuando haya aprendido a sentarse con la cadena puesta, procederemos a sacársela para enseñarle sin ella; el procedimiento será el mismo con la única diferencia de que él ya lo tendrá bastante asimilado y no intentará echarse.
Otra técnica consiste en coger un premio (cerciorándonos de que el perro sabe que lo hemos cogido) y sujetarlo en nuestro puño cerrado y con el brazo extendido. El perro debe estar justo enfrente de nosotros. Entonces damos la orden de “sienta”. Puede que el perro se alce e intente llegar hasta nuestra mano para coger el premio. Debemos entonces decir “No”. Esperar su reacción y dar de nuevo la orden. Si no se sienta (es muy probable que se siente porque esa es la posición que de forma espontánea adoptan todos los perros para pedir) le empujaremos la parte trasera del cuerpo con la mano para obligarle a sentarse. Una vez que se haya sentado, da igual si lo ha hecho a la primera o lo ha hecho tras presionarle la parte trasera, le felicitaremos y le daremos el premio que sosteníamos en el puño.
Algo que siempre hay que tener en cuenta es que la orden “sienta” hay que darla una sola vez, pues si no los perros se acostumbran a obedecer a la segunda, o la tercera, y deben hacerlo a la primera. Si a la primera no obedecen recurrimos a la presión de la parte trasera de su cuerpo.
11) La orden “Tumba”:
Una vez que haya aprendido a sentarse, le enseñaremos a echarse en el suelo. Nunca debemos empezar con una nueva orden hasta que no tenga totalmente asimilado el ejercicio anterior. No tengamos prisas. Cuando esté sentado, le ordenamos que se acueste con la palabra “Tumba”, o “echa”, y simultáneamente golpearemos el suelo con la mano. El uso conjunto de una orden oral con un gesto manual nos resultará de mucha utilidad en su educación. La primera vez que le demos la orden de echarse en el suelo, hará caso omiso; entonces nosotros le moveremos hacia delante las patas delanteras, empujando su cuerpo con una ligera presión, hasta que al fin se encuentre totalmente acostado. Debemos mantenerlo en esta posición durante unos minutos, mientras repetimos constantemente la palabra clave. Una vez realizado correctamente el ejercicio debemos felicitarlo efusivamente, premiándole acto seguido. Estos ejercicios deben realizarse con regularidad, para que así no olvide nunca lo aprendido.
Otra técnica consiste en primero dar la orden “Sienta”. Una vez que se haya sentado, le daremos el premio, pero no se lo acercaremos a su boca, sino que lo arrastraremos por el suelo hacia nosotros mientras que con la otra mano le presionaremos el cuerpo hacia abajo para así obligarle a tumbarse.
12) La orden “Quieto”:
Cuando haya aprendido correctamente a sentarse y a echarse, podemos proseguir con la orden de estarse quieto. Lo haremos alejándonos unos pasos de él cuando esté en posición sentado o echado. Con casi total seguridad, al observar que nos alejamos, nuestro perro se levantará para ir a nuestro lado; nosotros, en ese momento, debemos volver a llevarlo al lugar de origen y, pacientemente, volver a repetir la operación desde el principio; así hasta lograr que permanezca quiero al oír la orden. Cuando lo hayamos conseguido solamente deberá levantarse al oír la orden, nunca antes. Al principio es más que suficiente que esté cinco segundos quiero; ya iremos aumentando el tiempo y la distancia paulatinamente. No realizaremos sesiones muy largas; son preferibles más cortas y diarias.
Como siempre, una vez que haya aprendido el ejercicio correctamente, le felicitaremos demostrando gran alegría por nuestra parte. No pretendamos educarlo con demasiada rapidez, cualquier logro, por pequeño que sea, debemos considerarlo suficiente, y por tanto, merece ser recompensado.
Los premios son fundamentales para ir educando de forma positiva a nuestro animal. Premiaremos a nuestro perro cuando haya aprendido algún ejercicio o realice algo que nosotros pretendíamos; así él verá recompensados sus esfuerzos.
El premio puede consistir en un juguete o un alimento. Ahora bien, el objetivo es que nuestro perro sea premiado simplemente con un “Muy bien”. Así, si bien empezaremos utilizando un alimento o un juguete, siempre a la vez que se le ofrece el premio se dirá: “Muy bien”, de forma muy efusiva. Poco a poco iremos retirando el premio para dejar sólo el “Muy bien”. Aunque conviene de vez en cuando dar algún premio para reforzar lo ya aprendido.
En las tiendas especializadas existen muchos productos alimenticios que pueden ser utilizados como premios. Conviene ir cambiando de premio para seguir manteniendo su interés.
Si existe algún comportamiento que nos preocupe mucho deberemos corregirlo utilizando un alimento que guste especialmente a nuestro perro. Las salchichas por ejemplo les gustan mucho. Por supuesto, no debemos abusar de ellas, pues no son muy recomendables para los perros.
Siempre utilizaremos el premio de forma moderada, pensando en las calorías extras que le estamos suministrando, y no cayendo en el error de que el perro termine alimentándose de los premios en lugar de su pienso.
Tanto los premios, como los castigos, deben darse en el momento. Si esperáramos unos minutos perderían su efecto.
Es muy importante que todos los miembros de la familia actúen de la misma manera cuando se han dictado las normas respecto a su educación. Respecto a los castigos y felicitaciones, suele suceder que cuando un miembro de la familia ha reñido al perro por un comportamiento indeseado, otro lo disculpe y proteja seguidamente. Esto, además de confundir al animal, ya que se le castiga y se le premia a la vez, es un tema de discusiones familiares.
Si el perro no aprende las cosas con rapidez, no hay que ponerse nervioso ni dejarse llevar por la ira. Con un comportamiento así se corre el riesgo de que el perro rechace las lecciones y olvide lo que ha aprendido.
Cuando el perro trasgrede una regla ya aprendida, hay que regañarle con un “No” seco, que no deje lugar a dudas. El “No” es un arma formidable para bloquear sus ganas de trasgresión si se pronuncia en el momento mismo en que infringe una regla. Si se dijese después no tendría ninguna eficacia. Tras haberlo amonestado de esta manera, habrá que reanudar el diálogo, riendo y bromeando. El perro, viendo que su maestro está alegre y contento, seguirá dispuesto a obedecerle.
Hay que evitar los castigos físicos: son crueles porque representan la prepotencia del hombre y además tienen un efecto negativo, alejando al perro de sus compañeros.
Es absolutamente inútil encerrar al perro en una habitación o atarlo a una cadena, puesto que no comprendería la razón y sufriría mucho con el aislamiento, que, en cualquier caso, tiene efectos negativos para la sociabilidad del perro.
A menudo se castiga o riñe al perro con un periódico enrollado dándole en el hocico. Esto no se debe hacer nunca, pues es contraproducente: el perro desconfiará de nosotros y huirá. Cuando lo riñamos debemos utilizar un tono de voz seco, el ruido de algún objeto, o lanzarle un objeto que sea inofensivo sin que se dé cuenta. Los castigos más efectivos son los que le llegan como caídos del cielo, los que para él son ajenos a su dueño.
Una buena forma de regañar al perro es a la vez que pronunciamos un severo “No” es darle una pequeña sacudida en el pescuezo pues es le recuerda a la forma en la que la madre le regañaba. Otra forma, pero que hay que reservar para infracciones graves es tumbar al perro de espaldas.
Los perros aprenden fundamentalmente por el éxito o el fracaso. Pero no por el empleo de violencia física o mediante el desencadenante de sensaciones desagradables. Tales métodos no fomentan su confianza hacia las personas, al contrario, llega un momento en que los perros obligados constantemente por la fuerza a realizar determinadas actividades no soportan ya la presión psíquica. Esto se manifiesta en la negación a realizarlas y en problemas de comportamiento.
No hay que dar rienda suelta al enfado pues ningún perro molesta a su dueño intencionadamente. Cuando adopte un comportamiento indeseado, habrá que pensar en los motivos de su actuación.
No querer enseñárselo todo de golpe. A pequeños pasos. No dar el paso siguiente hasta que haya dominado el anterior.
Actuar con calma. Que el perro no vea nunca que perdemos la paciencia
Siempre actuar de forma consecuente y uniforme
En general habría que hablar al perro con una voz normal y gritarle sólo en situaciones muy excepcionales y peligrosas. De lo contrario, el efecto pierde eficacia rápidamente y el perro deja de reaccionar al grito de amenaza.
Enseñarle a ser limpio:
Los perros adultos no suelen dar problemas a la hora de hacer sus necesidades, pero por si se nos diera el caso deberemos proceder igual que haríamos con un cachorro:
Nunca debemos pegarle ni restregar su hocico por los excrementos, y sólo le podremos regañar cuando le cojamos in fraganti . De lo contrario, el perro no relacionaría nuestro enfado con el hecho de haberse ensuciado y nada más vernos se escondería, pensando que vamos a regañarle sin saber el motivo. Por ejemplo, si el dueño llega cansado a su casa después del trabajo y lo primero que ve al llegar es un excremento en el pasillo, la reacción más habitual es que se enfade de tal manera que cuando el perro venga feliz a recibirle le castigue o incluso que le pegue. El perro en este caso, lejos de saber que su amo lo ha castigado por hacerse las necesidades, relaciona que cuando recibe a su dueño, éste le pega. Al día siguiente, antes de la llegada del dueño, el animal empieza a ponerse nervioso, y en esta ansiedad es cuando hace sus necesidades o destrozos. Cuando llega el dueño efectivamente lo vuelve a castigar, creando un círculo vicioso de difícil solución. En cambio, si se le castiga en el mismo instante en que está haciendo sus necesidades, pensará que debe buscarse otro sitio, porque relacionará el castigo, no con la trasgresión, sino con el lugar que ha utilizado.
Aprovecharemos un fin de semana o unos días de vacaciones para empezar a enseñarle a hacer sus necesidades fuera, pues necesitaremos bastante tiempo y no podemos ir con prisas.
Quizá, al principio, tengamos que pasarnos horas en la calle hasta lograr que lo haga fuera por primera vez, pero con un poco de paciencia lo acabaremos consiguiendo. Cuando nuestro perro haya hecho sus necesidades en la calle, felicitémosle y premiémosle, así relacionará el hacerlo fuera con algo halagador.
Cuando está aprendiendo a ser limpio, lo primero que debemos hacer cada nuevo día es sacarlo a la calle al levantarnos, y lo último volver a bajarlo antes de acostarnos, dando así por terminado el ciclo cotidiano. Si observamos que empieza a dar vueltas o se dirige a la puerta con ansiedad, bajémosle a pasear pues seguramente nos está avisando de que tiene la necesidad de salir
Nunca se debe castigar al perro metiéndole la nariz en sus propios excrementos pues lo único que conseguiríamos es que pensase que queremos que se las coma o que se revuelque en ellos.
Conviene limpiar los excrementos cuando no esté presente y eliminar los olores; si no, el perro tenderá a hacer sus necesidades allí donde huela el rastro
9) Enseñarle a caminar adecuadamente:
Cuando nuestro perro esté familiarizado con su nueva familia y su nuevo entorno es el momento de enseñarle a caminar adecuadamente, sin tirones y siguiendo nuestro paso. El sitio elegido deberá ser tranquilo. Para tener más control sobre nuestro perro, debería ir siempre a nuestra izquierda y nosotros tomaremos la cadena con la mano derecha y sujetándola con la otra. Cuando nuestro perro se pare o se adelante más de lo que queramos consentir, entonces nos detendremos dándole un suave tirón. Si por el contrario lo hiciéramos bruscamente, sólo conseguiríamos que tirara aún más fuerte. Seguidamente volveremos a andar con el perro a nuestro lado y repetiremos la misma operación las veces que sea necesario, hasta que al fin aprenda el ejercicio. Es aconsejable ordenarle que se siente cuando estemos parados, porque al cabo del tiempo lo hará automáticamente, formando parte de su educación. Cuando logremos que camine correctamente, deberemos felicitarle y acariciarle con gran entusiasmo.
Otra técnica consiste en ir diciéndole “Junto” y dándole premios, junto con suaves tirones cuando no obedezca. Poco a poco iremos reduciéndole los premios.
Los tirones deben ser siempre cortos, es decir, no deben ser una presión continuada pues sino el perro se acostumbraría a sentir esa tensión en el cuello e incluso le incitaría a tirar más. Deben ser cortos, pero repetidos si con el primero no hace caso.
10) La orden “sienta”:
Con la cadena y el collar puestos, le daremos a nuestro perro la orden “sienta” con voz firme. Al principio no entenderá, y deberemos empujarle la parte trasera del cuerpo con la mano izquierda, mientras con la derecha mantendremos la correa levantada para evitar que se eche. Cuando se siente le felicitaremos y le premiaremos. Repetiremos el mismo ejercicio varias veces, siempre utilizando el mismo tono de voz y la misma orden, hasta que nuestro perro lo realice automáticamente con sólo oír la palabra clave. Cuando haya aprendido a sentarse con la cadena puesta, procederemos a sacársela para enseñarle sin ella; el procedimiento será el mismo con la única diferencia de que él ya lo tendrá bastante asimilado y no intentará echarse.
Otra técnica consiste en coger un premio (cerciorándonos de que el perro sabe que lo hemos cogido) y sujetarlo en nuestro puño cerrado y con el brazo extendido. El perro debe estar justo enfrente de nosotros. Entonces damos la orden de “sienta”. Puede que el perro se alce e intente llegar hasta nuestra mano para coger el premio. Debemos entonces decir “No”. Esperar su reacción y dar de nuevo la orden. Si no se sienta (es muy probable que se siente porque esa es la posición que de forma espontánea adoptan todos los perros para pedir) le empujaremos la parte trasera del cuerpo con la mano para obligarle a sentarse. Una vez que se haya sentado, da igual si lo ha hecho a la primera o lo ha hecho tras presionarle la parte trasera, le felicitaremos y le daremos el premio que sosteníamos en el puño.
Algo que siempre hay que tener en cuenta es que la orden “sienta” hay que darla una sola vez, pues si no los perros se acostumbran a obedecer a la segunda, o la tercera, y deben hacerlo a la primera. Si a la primera no obedecen recurrimos a la presión de la parte trasera de su cuerpo.
11) La orden “Tumba”:
Una vez que haya aprendido a sentarse, le enseñaremos a echarse en el suelo. Nunca debemos empezar con una nueva orden hasta que no tenga totalmente asimilado el ejercicio anterior. No tengamos prisas. Cuando esté sentado, le ordenamos que se acueste con la palabra “Tumba”, o “echa”, y simultáneamente golpearemos el suelo con la mano. El uso conjunto de una orden oral con un gesto manual nos resultará de mucha utilidad en su educación. La primera vez que le demos la orden de echarse en el suelo, hará caso omiso; entonces nosotros le moveremos hacia delante las patas delanteras, empujando su cuerpo con una ligera presión, hasta que al fin se encuentre totalmente acostado. Debemos mantenerlo en esta posición durante unos minutos, mientras repetimos constantemente la palabra clave. Una vez realizado correctamente el ejercicio debemos felicitarlo efusivamente, premiándole acto seguido. Estos ejercicios deben realizarse con regularidad, para que así no olvide nunca lo aprendido.
Otra técnica consiste en primero dar la orden “Sienta”. Una vez que se haya sentado, le daremos el premio, pero no se lo acercaremos a su boca, sino que lo arrastraremos por el suelo hacia nosotros mientras que con la otra mano le presionaremos el cuerpo hacia abajo para así obligarle a tumbarse.
12) La orden “Quieto”:
Cuando haya aprendido correctamente a sentarse y a echarse, podemos proseguir con la orden de estarse quieto. Lo haremos alejándonos unos pasos de él cuando esté en posición sentado o echado. Con casi total seguridad, al observar que nos alejamos, nuestro perro se levantará para ir a nuestro lado; nosotros, en ese momento, debemos volver a llevarlo al lugar de origen y, pacientemente, volver a repetir la operación desde el principio; así hasta lograr que permanezca quiero al oír la orden. Cuando lo hayamos conseguido solamente deberá levantarse al oír la orden, nunca antes. Al principio es más que suficiente que esté cinco segundos quiero; ya iremos aumentando el tiempo y la distancia paulatinamente. No realizaremos sesiones muy largas; son preferibles más cortas y diarias.
Como siempre, una vez que haya aprendido el ejercicio correctamente, le felicitaremos demostrando gran alegría por nuestra parte. No pretendamos educarlo con demasiada rapidez, cualquier logro, por pequeño que sea, debemos considerarlo suficiente, y por tanto, merece ser recompensado.
Re: Educación Básica del Perro
13) Acudir a la llamada:
Antes de empezar, debemos saber que al principio no hay que enseñar al perro dejándolo suelto, pues corremos el riesgo de que se nos escape. Con la cadena puesta, le mantendremos quieto y nos alejaremos unos pasos; a continuación le diremos “Ven” y, si no lo conseguimos, le daremos un pequeño tirón hasta que logremos que acuda. Cuando acuda, le daremos un premio.
Son muy útiles, hasta que el perro aprenda perfectamente la orden “Ven” utilizar las correas extensibles. El perro tiene una relativa sensación de libertad y nosotros podremos aprovechar el paseo diario para ir adiestrándole en la llamada: cuando el perro se aleje un poco le daremos la orden “Ven” y el premio cuando obedezca. Si no obedece se dice “No” y a continuación un tirón seco no demasiado brusco.
Nunca debe asociar el acudir a nuestra llamada con algo negativo para él, como volverle a colocar la correa o regañarle, porque entonces corremos el riesgo de que no quiera regresar a nosotros cuando le dejemos suelto. En el momento que logremos que acuda al llamarle, le felicitaremos en primer lugar, para a continuación jugar unos instantes con él y proceder a ponerle la correa. Siempre que se pueda se utilizará esta orden en medio del juego o en situaciones felices para el perro. Nunca debe relacionar la disciplina con la violencia; en ningún caso debemos emplearla con él.
Conviene no amenazar o reñir al perro cuando tarda en acudir, ya que asociará el castigo con su llamada. En todos los casos que el cachorro vuelva, aunque sea a paso de tortuga, debe felicitarle o premiarle.
14) Saber quedarse solo:
Deberíamos empezar a dejar a nuestro perro solo a partir del segundo día de adquirirlo. Cuando más esperemos, peor será el resultado y más difícil resultará separarnos de él. El primer día que le dejemos solo lo haremos por un corto período de tiempo y, si una vez que hubiéramos salido le oyéramos lloriquear, no caigamos en el error de volver a entrar a consolarlo; se lo aprendería. Podemos dejarle alguna pequeña luz encendida o una radio en funcionamiento, para que no se sienta tan solo. Es aconsejable dejarle (no darle) algún juguete o un hueso para masticar; así estará entretenido y se olvidará de nuestra ausencia, evitando alguna sorpresa desagradable al regreso. Cuando se de cuenta de que cada vez que nos vamos terminamos volviendo, lo más normal es que observemos, transcurridos unos días, que se ha pasado el rato durmiendo durante el tiempo que hemos permanecido ausentes.
Si el perro insiste en el llanto no dude en abrir la puerta y decir enérgicamente “No”, cerrando de inmediato. La sorpresa del perro hace que cese su actitud y probablemente se mantendrá en silencio. Cuando el perro se calme y deje de ladrar o aullar es cuando se debe entrar en la habitación.
Es importante que el perro vea la ausencia del dueño como algo natural. Para ello evitaremos despedirnos de él cuando nos vamos, y saludarle de forma inmediata cuando lleguemos.
15) Acostumbrarle a no pedir comida:
Desde una edad muy temprana, cuando el perro observe que vamos a comer, intentará mendigar para ver si cae un trozo de comida poniendo cara de pena, lloriqueando, dándonos golpes con la pata o utilizando cualquier artimaña. Hay que ser muy tajante en este aspecto y no debemos ceder nunca, evitando darle algo mientras estemos sentados comiendo, por pequeño que sea. Impidamos que en un futuro nuestro perro moleste, ya sea a posibles invitados o a nosotros mismos. El perro sólo debe comer en su plato y a sus horas. Los únicos “extras” que le daremos serán sus premios, y siempre, tras haber realizado una orden que le hayamos previamente dado. En los casos en que tengamos que medicar a nuestro perro es recomendable darle algo muy suculento mezclado con la medicación. Incluso en estos casos, antes de dárselo le daremos una orden cualquiera, por ejemplo, “sienta”. El perro debe saber que para comer tiene que ganárselo.
16) Enseñarle a no subirse a los muebles:
La primera norma es nunca coger al perro y sentarle junto a nosotros en el sofá. Si nunca ha tenido el placer de subirse al sofá o a la cama, no sufrirá por esta prohibición. Si le dejamos subir, pensando que será una sola vez, confundiremos enormemente a nuestro perro. Él no entiende por qué cuando llega con las patas mojadas de la calle no puede subirse, y por qué en otras ocasiones le dejamos sin reprocharle absolutamente nada.
Cuando le sorprendamos encima de algún mueble, debemos hacerle bajar para regañarle a continuación. Seguramente no volverá a subirse mientras nosotros estemos presentes, pero si sospechamos que se sube al sofá o a la cama cuando nosotros no estamos, tendremos que recurrir a productos repelentes de venta en tiendas especializadas. También se pueden poner durante un tiempo plásticos que hagan mucho ruido y que le resulten desagradables. Otro método que se usa si los anteriores no dieron resultado, es llenar una lata con tornillos y atarle un cordón. Se deja la lata encima del sillón y cuando el perro piense que está solo y se suba tiraremos del cordón para que la lata caiga al suelo. El estrépito le mantendrá alejado del sillón
17) Qué hacer si el perro roba:
Cuando el perro roba comida, objetos de la casa o juguetes de los niños, el perro entra en competición para afirmar su grado social. Cree que es dueño de todo y que puede disfrutar de todo. Para evitar que el cachorro se convierta en un déspota al que hay que consentirle todo, es necesario hacerle comprender que todo lo que está a su alcance no le pertenece. De hecho, los otros miembros de la familia pueden alegar mayores derechos porque están por encima de él en la escala jerárquica. Será necesario cortar inmediatamente cualquier pretensión suya con un “No” tajante. Si esto no funciona se puede llenar una lata con algo que suene mucho, como por ejemplo tornillos, y atarla a un cordel. Si el perro roba de la mesa, (del cubo de la basura etc) se deja encima esta lata sin que el perro lo vea y se deja comida al lado, cuando el perro se suba a la mesa a por ello, se tira de la cuerda y el estrépito que se produce le dará miedo, miedo que no olvidará y que le impedirá volver a acercarse a la mesa.
18) Cómo evitar que ladre descontroladamente:
El ladrido es algo natural en el perro, es su forma de comunicación .Él quiere ser nuestro guardián y hay que permitírselo en determinados momentos, como cuando llaman a la puerta o se produce un sonido desconocido. Debería aprender a dejar de ladrar una vez ya haya dado la alarma; con un “basta” tiene que entender que su actuación ha finalizado.
En muchos casos el perro ha aprendido a utilizar el ladrido como truco para conseguir lo que quiere. El perro relaciona el ladrido con una recompensa: ir a pasear, comer, libertad etc. Por supuesto en ningún caso se debe acceder a sus peticiones por este método. Primero, quizá sea molesto aguantar su insistencia, es decir, sus ladridos, pero una vez vencido este obstáculo habremos dado un paso más allá en beneficio de su educación.
19) El perro que huye de casa:
Cuando un perro huye de casa y luego vuelve, no es aconsejable pegarle ni castigarle. El perro sólo asocia y asimila el momento presente, el instante, y relacionará que le castigan porque vuelve. La consecuencia más lógica es que la próxima vez puede ser que ya no vuelva por temor a su reacción. A su llegada es importante exagerar y expresar alegría para que sienta la gratificación de volver al hogar.
20) Evitar los orines incontrolados:
Se trata de una reacción exagerada ante una situación o una persona determinada. No es un problema muy grave ni difícil de solventar. En el caso de que a nuestra llegada, o ante las caricias, el perro se excite y emocione tanto que llegue al extremo de orinarse, actuaremos de la siguiente manera: intentaremos que el perro vea nuestra llegada como algo normal y nada fuera de lo común. Moderaremos nuestros regresos acariciando al perro cuando nos reciba, pero sin hacerle mucho caso; no dejaremos que salte ni que se alborote. Si poco a poco conseguimos que piense que la vuelta es un hecho normal, seguramente no será tan efusivo.
21) Cómo actuar ante una pelea:
Lo más aconsejable es no hacer ningún gesto raro, ni poner las manos cerca de sus cabezas o lomos, ya que podrían dañar a la persona en un gesto de rabia. Siempre se debe intervenir a una distancia prudencial cogiéndolos de la cola y levantándolos hacia arriba; el hecho de perder el equilibrio les hace soltar al “enemigo”. También podemos emplear la correa o lanzarles un objeto que los sorprenda.
22) Perros asociables con otros perros:
Son muchos los perros que sienten miedo o son agresivos ante otros perros. Muchas veces esto es debido a que cuando eran cachorros, y luego siendo adultos, se les impidió establecer un contacto adecuado con otros perros. Siempre que nos sea posible permitiremos que nuestro perro se acerque a olfatear y a jugar con otros perros
texto extraido de
http://www.sobreperros.com/articulos/educacion_basica_del_perro
Antes de empezar, debemos saber que al principio no hay que enseñar al perro dejándolo suelto, pues corremos el riesgo de que se nos escape. Con la cadena puesta, le mantendremos quieto y nos alejaremos unos pasos; a continuación le diremos “Ven” y, si no lo conseguimos, le daremos un pequeño tirón hasta que logremos que acuda. Cuando acuda, le daremos un premio.
Son muy útiles, hasta que el perro aprenda perfectamente la orden “Ven” utilizar las correas extensibles. El perro tiene una relativa sensación de libertad y nosotros podremos aprovechar el paseo diario para ir adiestrándole en la llamada: cuando el perro se aleje un poco le daremos la orden “Ven” y el premio cuando obedezca. Si no obedece se dice “No” y a continuación un tirón seco no demasiado brusco.
Nunca debe asociar el acudir a nuestra llamada con algo negativo para él, como volverle a colocar la correa o regañarle, porque entonces corremos el riesgo de que no quiera regresar a nosotros cuando le dejemos suelto. En el momento que logremos que acuda al llamarle, le felicitaremos en primer lugar, para a continuación jugar unos instantes con él y proceder a ponerle la correa. Siempre que se pueda se utilizará esta orden en medio del juego o en situaciones felices para el perro. Nunca debe relacionar la disciplina con la violencia; en ningún caso debemos emplearla con él.
Conviene no amenazar o reñir al perro cuando tarda en acudir, ya que asociará el castigo con su llamada. En todos los casos que el cachorro vuelva, aunque sea a paso de tortuga, debe felicitarle o premiarle.
14) Saber quedarse solo:
Deberíamos empezar a dejar a nuestro perro solo a partir del segundo día de adquirirlo. Cuando más esperemos, peor será el resultado y más difícil resultará separarnos de él. El primer día que le dejemos solo lo haremos por un corto período de tiempo y, si una vez que hubiéramos salido le oyéramos lloriquear, no caigamos en el error de volver a entrar a consolarlo; se lo aprendería. Podemos dejarle alguna pequeña luz encendida o una radio en funcionamiento, para que no se sienta tan solo. Es aconsejable dejarle (no darle) algún juguete o un hueso para masticar; así estará entretenido y se olvidará de nuestra ausencia, evitando alguna sorpresa desagradable al regreso. Cuando se de cuenta de que cada vez que nos vamos terminamos volviendo, lo más normal es que observemos, transcurridos unos días, que se ha pasado el rato durmiendo durante el tiempo que hemos permanecido ausentes.
Si el perro insiste en el llanto no dude en abrir la puerta y decir enérgicamente “No”, cerrando de inmediato. La sorpresa del perro hace que cese su actitud y probablemente se mantendrá en silencio. Cuando el perro se calme y deje de ladrar o aullar es cuando se debe entrar en la habitación.
Es importante que el perro vea la ausencia del dueño como algo natural. Para ello evitaremos despedirnos de él cuando nos vamos, y saludarle de forma inmediata cuando lleguemos.
15) Acostumbrarle a no pedir comida:
Desde una edad muy temprana, cuando el perro observe que vamos a comer, intentará mendigar para ver si cae un trozo de comida poniendo cara de pena, lloriqueando, dándonos golpes con la pata o utilizando cualquier artimaña. Hay que ser muy tajante en este aspecto y no debemos ceder nunca, evitando darle algo mientras estemos sentados comiendo, por pequeño que sea. Impidamos que en un futuro nuestro perro moleste, ya sea a posibles invitados o a nosotros mismos. El perro sólo debe comer en su plato y a sus horas. Los únicos “extras” que le daremos serán sus premios, y siempre, tras haber realizado una orden que le hayamos previamente dado. En los casos en que tengamos que medicar a nuestro perro es recomendable darle algo muy suculento mezclado con la medicación. Incluso en estos casos, antes de dárselo le daremos una orden cualquiera, por ejemplo, “sienta”. El perro debe saber que para comer tiene que ganárselo.
16) Enseñarle a no subirse a los muebles:
La primera norma es nunca coger al perro y sentarle junto a nosotros en el sofá. Si nunca ha tenido el placer de subirse al sofá o a la cama, no sufrirá por esta prohibición. Si le dejamos subir, pensando que será una sola vez, confundiremos enormemente a nuestro perro. Él no entiende por qué cuando llega con las patas mojadas de la calle no puede subirse, y por qué en otras ocasiones le dejamos sin reprocharle absolutamente nada.
Cuando le sorprendamos encima de algún mueble, debemos hacerle bajar para regañarle a continuación. Seguramente no volverá a subirse mientras nosotros estemos presentes, pero si sospechamos que se sube al sofá o a la cama cuando nosotros no estamos, tendremos que recurrir a productos repelentes de venta en tiendas especializadas. También se pueden poner durante un tiempo plásticos que hagan mucho ruido y que le resulten desagradables. Otro método que se usa si los anteriores no dieron resultado, es llenar una lata con tornillos y atarle un cordón. Se deja la lata encima del sillón y cuando el perro piense que está solo y se suba tiraremos del cordón para que la lata caiga al suelo. El estrépito le mantendrá alejado del sillón
17) Qué hacer si el perro roba:
Cuando el perro roba comida, objetos de la casa o juguetes de los niños, el perro entra en competición para afirmar su grado social. Cree que es dueño de todo y que puede disfrutar de todo. Para evitar que el cachorro se convierta en un déspota al que hay que consentirle todo, es necesario hacerle comprender que todo lo que está a su alcance no le pertenece. De hecho, los otros miembros de la familia pueden alegar mayores derechos porque están por encima de él en la escala jerárquica. Será necesario cortar inmediatamente cualquier pretensión suya con un “No” tajante. Si esto no funciona se puede llenar una lata con algo que suene mucho, como por ejemplo tornillos, y atarla a un cordel. Si el perro roba de la mesa, (del cubo de la basura etc) se deja encima esta lata sin que el perro lo vea y se deja comida al lado, cuando el perro se suba a la mesa a por ello, se tira de la cuerda y el estrépito que se produce le dará miedo, miedo que no olvidará y que le impedirá volver a acercarse a la mesa.
18) Cómo evitar que ladre descontroladamente:
El ladrido es algo natural en el perro, es su forma de comunicación .Él quiere ser nuestro guardián y hay que permitírselo en determinados momentos, como cuando llaman a la puerta o se produce un sonido desconocido. Debería aprender a dejar de ladrar una vez ya haya dado la alarma; con un “basta” tiene que entender que su actuación ha finalizado.
En muchos casos el perro ha aprendido a utilizar el ladrido como truco para conseguir lo que quiere. El perro relaciona el ladrido con una recompensa: ir a pasear, comer, libertad etc. Por supuesto en ningún caso se debe acceder a sus peticiones por este método. Primero, quizá sea molesto aguantar su insistencia, es decir, sus ladridos, pero una vez vencido este obstáculo habremos dado un paso más allá en beneficio de su educación.
19) El perro que huye de casa:
Cuando un perro huye de casa y luego vuelve, no es aconsejable pegarle ni castigarle. El perro sólo asocia y asimila el momento presente, el instante, y relacionará que le castigan porque vuelve. La consecuencia más lógica es que la próxima vez puede ser que ya no vuelva por temor a su reacción. A su llegada es importante exagerar y expresar alegría para que sienta la gratificación de volver al hogar.
20) Evitar los orines incontrolados:
Se trata de una reacción exagerada ante una situación o una persona determinada. No es un problema muy grave ni difícil de solventar. En el caso de que a nuestra llegada, o ante las caricias, el perro se excite y emocione tanto que llegue al extremo de orinarse, actuaremos de la siguiente manera: intentaremos que el perro vea nuestra llegada como algo normal y nada fuera de lo común. Moderaremos nuestros regresos acariciando al perro cuando nos reciba, pero sin hacerle mucho caso; no dejaremos que salte ni que se alborote. Si poco a poco conseguimos que piense que la vuelta es un hecho normal, seguramente no será tan efusivo.
21) Cómo actuar ante una pelea:
Lo más aconsejable es no hacer ningún gesto raro, ni poner las manos cerca de sus cabezas o lomos, ya que podrían dañar a la persona en un gesto de rabia. Siempre se debe intervenir a una distancia prudencial cogiéndolos de la cola y levantándolos hacia arriba; el hecho de perder el equilibrio les hace soltar al “enemigo”. También podemos emplear la correa o lanzarles un objeto que los sorprenda.
22) Perros asociables con otros perros:
Son muchos los perros que sienten miedo o son agresivos ante otros perros. Muchas veces esto es debido a que cuando eran cachorros, y luego siendo adultos, se les impidió establecer un contacto adecuado con otros perros. Siempre que nos sea posible permitiremos que nuestro perro se acerque a olfatear y a jugar con otros perros
texto extraido de
http://www.sobreperros.com/articulos/educacion_basica_del_perro
Re: Educación Básica del Perro
oooo el memo testamento jejjejje ta muy weno creoo q tendre q trabajar algunos puntos con mi perro jejejjeje
saludos 4 region
saludos 4 region
danko- Cantidad de envíos : 224
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Re: Educación Básica del Perro
a tomarse el tiempo de leerlo, una buena info y de mucha utilidad, la formacion y educacion de nuestros perros es esencial para la captacion de la sociedad que tengamos en un futuro...
saludos.
saludos.
Burroman- Administrador
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Re: Educación Básica del Perro
es de esperar que asi sea para asi evitar cosas que atenten con la imagen de nuestra raza i de nosotros sus dueños.
a darse el tiempo saludos
a darse el tiempo saludos
Re: Educación Básica del Perro
muy buen texto hay cosas que la gente no save y comete errores al pitbull ahy que dedicarle evesez tiempo
y desarrolarle que se integre en la familya y marcarcarle que el es el ultimo
de la familya que teiene que a ver un respeto yo voy a poner un ejemplo
mio mi ejemplar apolo me lo regalaron al 1año 8 meses y yo tenia a mi hermano de 9 años
y lo acostumbre que el era el ultimo le dava la comida mi hermano y ahora el le dise un solo no y le hace caso y cuando va a comer le dise sid y se sienta solito
por eso mi modo de pensar es que hay que enseñarle que el es el ultimo de la camada ( nuestra casa)
y desarrolarle que se integre en la familya y marcarcarle que el es el ultimo
de la familya que teiene que a ver un respeto yo voy a poner un ejemplo
mio mi ejemplar apolo me lo regalaron al 1año 8 meses y yo tenia a mi hermano de 9 años
y lo acostumbre que el era el ultimo le dava la comida mi hermano y ahora el le dise un solo no y le hace caso y cuando va a comer le dise sid y se sienta solito
por eso mi modo de pensar es que hay que enseñarle que el es el ultimo de la camada ( nuestra casa)
koyote- Cantidad de envíos : 76
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